Poemas, canciones, Cuentos, Crónicas
Tu árbol pierde sus hojas (13/6/1995)
Tu árbol pierde sus hojas
la hierba se alfombra con ellas
El otoño despierta y se expande
los pétalos caen y las rosa callan
En este otoño...
Un sí, es escuchado...
Los votos al Padre, confirmados...
El cielo hace fiesta
La tierra se alegra
La hermana Gabriela, renace con gracia
Comienza la vida, su alma se jacta
Amor y Perdón, Valor y Pasión
son parte del pacto que hizo el Señor
El Tata te pide obediencia y amor
Jesús, que es su hijo, pobreza y amor
Su Espíritu de Vida,
que es uno y el mismo,
te invita
a vos Gabi,
unión, y Pasión
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Quisiera
Quisiera confiarte tantas cosas,
algunas que hablan de amor.
Podría darte toda mi vida,
pero no es posible hoy.
Quizá el destino esté de mi lado
y pueda ofrecer mi amor a vos
No quiero mirarte de nuevo a los
ojos,
diciendo... lo feliz que soy.
Pues esta amistad no es verdadera
ya que sin ti quisiera morir
Quizá el destino esté de mi lado
y pueda ofrecer mi amor a vos
Ahora deseo mirar a los ojos de
aquella mujer,
cantarle al oído mi
dulce canción.
Ahora ya puedo amar la belleza de
aquella mujer
Ahora ya puedo amar...
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Amoris
Cordis
Quisiera ahora donarte
Mi vida y mi corazón
Cargar contigo la cruz
Hermano Cristo Jesús
Amigo en la
esperanza
Amigo en la
Pasión
Perdona nuestros
pecados
Escucha nuestra
oración
Por ti hijo del hombre
A ti gloria y amor
Contigo la vida tengo
Sin ti desolación
Amigo en la
esperanza
Amigo en la
Pasión
Perdona nuestros
pecados
Escucha nuestra
oración
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Soledades
En una cálida noche de verano
caminaba por un lugar conocido por los hombres... en el que muy pocos, quizá,
desean estar. Dicho recinto, ha sido comparado por numerosos poetas, con una
mujer de negras cabelleras, sin vida, de ojos oscuros y fríos sin expresión
alguna. Salvo por una tenue mirada de perdición que la nombra... Soledad.
El aire de pronto se tornó raro,
las estrellas tintineaban como queriendo susurrar algo a mi oído. El silbido
suave pero constante del viento simulaba los augurios de la esperanza. Sin
embargo, a pesar de éste distinto instante de mi vida y del fragor que envolvía
mi corazón, seguí caminando buscando ese «no sé qué». Aquél, que me sacó de la
cama a media noche. Sumergido en una gris realidad, sin un verdadero amor tocando
a la puerta, con escasas ganas de seguir adelante; en fin, con una pobre fe que
casi alcanza para sostenerme despierto.
Sintiendo la brisa en mi rostro
recordé unas palabras de mi padre: "A pesar de todo y de todos la vida, tú vida debe continuar". En esa
rara noche de verano, comencé a vivir algo distinto que aún no podía definir.
Siento salir de esa fría y gris
soledad. Pero no bastan simples palabras libradas al viento. Hay que seguir
buscando por donde pasa la felicidad, por donde la verdad.
Crucé como todas las noches aquella
plaza, donde a pesar de los entrelazados amores y tiernos besos, mis ojos, los
del corazón veían separaciones, amores truncados, desamores, angustias...
Pero hoy, paso algo muy diferente a
lo que percibía todas aquellas noches. Formulando para mis adentros un
interrogante tan incisivo que sin saberla iba a cambiar 180º mi vida... ¿No
será que al que le falta amor es a mí? ¿No será que yo soy el ermitaño, el que
se alejó de todo y de todos?
Sin darme cuenta llegué a la playa,
sintiendo la fría arena bajo los pies. Frente a mis ojos el inmenso mar, en el
cielo la luna comenzaba a caer, y a lo lejos podía divisar una difusa silueta
acostándose en la misma posición que yo, contemplando sin titubear junto a mis
ojos al hechizante mar.
Éramos amigos, pensé... ¿qué pudo
haber pasado?. Ella era de esas mujeres que con una mirada encantan a cualquier hombre, como a mí. Además era simpática,
sensible, romántica y un toque de timidez que le concedía cierto misterio
desafiante. Allí estaba, en La Noche. Todo parecía perfecto. Cielo
estrellado. Luna llena. Suave brisa. El aroma de las flores impregnaba el aire.
Y.. Ella con su belleza lo abarcaba todo.
Nuestra relación parecía estar cruzando los umbrales de
una simple amistad. Así, tomé aire, miré
al cielo, y se lo dije... le hablé de ella, de mí, de mí amor... Me interrumpió
con una lágrima, que derramándose por su ruborizada mejilla, me anticipaba
-quizá- el próximo alejamiento. Fue un amor truncado, me repetí. Así fue como
fui haciendo de mi corazón una muralla impermeable al amor, a tú amor. Su
color... gris-soledad. Lo curioso de aquél amor fue que el que se alejaba más y
más era yo y no ella... ¡¿Por qué?!
No sé si es la noche o la luna o
este misterioso mar, pero siento en mi interior que la muralla se resquebraja
poco a poco. Como si el gris-soledad se diluyera en un rojo-amor.
¡Mi vida esta cambiando!, Intenté
gritar. Entonces unas palabras salieron de la boca de aquella silueta, que se
aproximaba como conociéndome: "es
imposible la vida del hombre fuera del marco del amor". La luna La
colma con su luz permitiéndome ver su negra cabellera, su piel morena, y ya
frente a mis ojos, los suyos, verde hierba. Por dentro me repetía... ¡Es ella!
¡No puede ser! ¿Qué hace aquí? Mis pensamientos son nuevamente interrumpidos
por una lágrima que recorría su mejilla ruborizada... ¡Hace tiempo que te estoy
esperando!, Con dulzura me dijo... Pensé que no lo lograrías... ¡Qué alegría
verte de nuevo!. Y me abrazó.
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Lucha por ser Persona
Revista Magna Voce, 1993
Lunes, siete de la
matina. Nuestro héroe, tras haber oído la chicharra del despertador, se levanta
con una nueva misión. Vistiendo como todo un ejecutivo –pantalón de traje,
camisa a raya, corbata y saco haciendo juego, zapatillas nike-. Sale a la vida
o bien a su trabajo lidiando con el frío matutino de un invierno primitivo, que
se encarga de adormecer las orejas y pintar de rojo la nariz. A tal punto que
parecer más un payaso de circo, que un “serio” ejecutivo de empresa.
Llegando ante su
mayor contendiente, se prepara: la
mochila, ajustada a su hombro derecho; la billetera, colocada en el bolsillo
delantero del pantalón; los 0,50 centavos para el pasaje en la mano. Se
acerca a la ventanilla y pide: - ida, por favor. Toma el boleto y dirigiéndose
hacia la eterna espera, pasa delante del cieguito de la estación –se conmueve-
y le da las escasas monedas del bolsillo delantero de la mochila.
Ya sobre el
andén hastiado de gente, nuestro héroe
piensa: -deben haber suspendido por lo menos dos. Mientras asegura nuevamente
sus pertenencias, se aproximan los carruajes entrelazados y enganchados
embutidos de trabajadores.
En un santiamén, nuestro héroe, se
encuentra ante una aglomeración de vagones colmados de gente y en medio de una
muchedumbre decidida a ingresar –como sea-
en el “ansiado”. Al traspasar las corredizas, uno busca el privilegio de
coronar su viaje sentado, o simplemente, viajar con decencia y no como vacas al matadero. Tristemente,
nuestro héroe, esa mañana invernal, fue vaca.
Cerradas la puertas y
en movimiento el trena transitaba los rieles sin percatarse de lo que
transcurría en su interior. Nuestro amigo, se encontraba en una situación
delicada debido a las personas que lo rodeaban y obviamente a su masculinidad.
En un instante formuló en su mente la causa de su delicada situación: ¡¿Dónde
pongo las manos?! Esta preocupación fue interrumpida y desplazada a otro plano
de menor importancia –siempre en la mente del héroe- ; a causa de las intensas
miradas e irónicos comentarios de las diversas personas que intentaban bajar o
subir…
Toda esta situación
obliga a nuestro héroe a seguir reflexionando, mientras sigue buscando dónde
poner sus manos.
-¡¿Qué pasó con
nosotros?! A gente empuja como queriendo meter trajes y vestidos en una valija
repleta de trajes y vestidos. A diferencia que, “los trajes y vestidos”, en
esta ocasión, son usados respectivamente por hombres y mujeres. La presión
ejecutada no se aplica a objetos que deben entrar si o si en la valija. ¡No son
cosas! ¡Son hombres y mujeres! ¡Son personas, por Dios! ¡Sufren dolor, sienten
alegría!... Si le preguntase a la chica de gorro rojo a mi derecha ¿Somos
realmente personas o simplemente animales?, seguramente me diría sin dudar, ahora somos animales. ¿Cuándo dejamos de serlo? En el andén antes de entrar al tren. Antes de
introducirnos en esa “máquina lava
cerebros” que nos inserta en nuestra vida ordinaria.
Tranquilo por haber podido poner
sus manos en lugar seguro, nuestro héroe sigue reflexionando acerca de la
realidad actual de sus ser persona.
-Si le preguntase, al
hombre de traje que ingreso conmigo en el vagón, mientras estábamos en el
andén, la misma pregunta que le hiciera a la chica de gorro rojo; seguramente,
su respuesta sería que somos personas. Es claro que somos
personas, pues tenemos libertad y dignidad, buscamos la justicia y el bien del
otro. A nadie se le ocurriría empujar a otra persona que tiene el mismo derecho
que tengo yo de ser respetada como tal. Pero… al traspasar las puertas
corredizas, estas personas, el del traje, la de la gorra, y otras tantas,
sufren la metamorfosis hacia lo animal e impersonal.
Nuestro
héroe, alegremente, ha divisado en lo profundo de esta niebla metamorfoseada,
unos pocos sobrevivientes que luchan por ser persona.
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Soy normal
o qué…?
En una tarde otoñal me
encontraba frente a la ventana mirando… simplemente, mirando el maravilloso
espectáculo revestido de hojas color tierra, de un reseco sol y acompañado por
un gélido viento y aplaudido por la silenciosa calle.
Presenciaba un virtual
fallecimiento de la naturaleza entera. Los pálidos y desnudos árboles esperan
el nuevo amanecer interiorizándose en su savia y en sus raíces. En una efímera
noche duermen unos los animales; y el más grande de estos, el que ama, piensa y
ríe, en esta estación tan peculiar torna su espíritu en uno meditabundo y
cabizbajo.
Reflexionando… mirando…
sintiendo… buscando cargar las pilas, recordé la experiencia vivida durante el verano con esa sorprendente mujer.
De pronto sonreí, como cuando encontramos la punta del ovillo perdida…
María, era su nombre.
Parálisis en gran parte de su cuerpo, su afección. Tenacidad, fuerza, potencia,
humildad, alegría, vida, eran algunos de sus pilares. Verla en la playa con su
bikini, tomando sol, bañándose en el mar, jugando al truco o bailando en
Miramar; sorprendía y casi, te daba envidia por no poder vivir, con su alegría,
nuestra propia vida.
Un trueno me hizo
regresar. La lluvia caía estrepitosamente. Sentí ganas de escribir. Tome un
papel, un bolígrafo y …
En ocasiones,
los discapacitados son hombres y mujeres, que suelen llamarse normales, pero que detrás de las
primeras capas no lo son. Padres con hijos no reconocidos ni apreciados o
amados por su diferencia. Madres exageradamente sobre protectoras de sus hijos discapacitados.
Empresarios que niegan trabajo a personas minusvaloradas, aún siendo capaces de
realizar a tarea, alegando una evidente incapacidad. Industriales
que reducen su personal como fichas de ajedrez, ocasionando el hambre en las
familias. Administradores que identifican a las personas con meros números que de algún modo han de cerrar.
Esta es nuestra sociedad, sorda-muda-ciega, en la que vivimos,
nos movemos y existimos. Simplemente, los etiquetan: la retrasada de Mariela, el epiléptico de Tomás, el mongui de Juan, la
paralítica de Inés, la autista de Mabel, el ciego de Luis, la sorda de Marcela.
Le s dicen “especiales”, “minusválidos”, “discapacitados”, “inválidos”; pocas
son las veces, en las que se escuchan palabras de aliento o que son personas
dignas con libertad, con deseos de superarse, personas espirituales, con amor
para dar…
Un fuerte estruendo me
sacudió de la silla. La ventana de abrió y el viento mojado empapó mi ensayo.
Mientras lo secaba y encendía la chimenea me pregunté ¿Quién es el discapacitado? ¿Quién es normal? Es obvio –me dije- yo soy normal y un sordo no lo es. Pero recordando a Buscaglia
en los discapacitados y sus padres pensé en sus palabras y sentí
vergüenza ajena de mí: “recuerden que los
discapacitados deben encontrar su propio modo de hacer las cosas; tengan presente
que tratar de imponerles nuestras pautas es poco realista y hasta destructivo.
Hay muchos modos de atarse los cordones, de beber de un vaso, de llegar hasta
la parada del colectivo. Hay mucho de aprender y de adaptarse. Ellos deben
encontrar el modo más conveniente”.
Por eso soy normal o qué, sigo preguntándome…
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Crónica del Beso
Desde la sección de maremagnum de todas la épocas, nuestro invitado entre líneas es el deseado y ansiado por muchos; apasionado en ocasiones e intenso en otras; querido y llorado, él es Señores y Soñaras... el Beso.
Allá por los primeros tiempos de nuestra historia humana, surge por una de esas casualidades de la vida y sin intención de creación alguna su antepasado -beso alimenticio-: la madre cavernicola notando que su cachorro -cría cavernícola- no podía comer la carne por carencia de colmillos; resolvió masticar la carne e introducirla ayudándose con su lengua de boca en boca a su hijo...
Pasaron los siglos, llegó el homo sapiens, el homo sapiens sapiens y así hasta alcanzar las primeras civilizaciones bajo regímenes sociales preestablecidos; y con la liberación de los sexos como por la casualidad de la historia de la humanidad aparece la evolución del beso alimenticio: en una ocasión una pareja de enamorados se miraban de lado a lado mientras que paseaban por las calles de la Ciudad de las Luces, sin percatarse del traspié ocurrido en el que dándose un golpe suave en el rostro, más precisamente en los labios, significó un contacto que aún no había experimentado: sin dolor y con placer.
El beso pasó de ser una necesidad alimenticia a ser una expresión casual de afecto; y posteriormente a ser "la" expresión de afecto.
Señores y Señoras... de esta manera presentamos hoy día al Beso.
Festejar, palabra difícil para definir; "dícese del agasajo realizado a un huésped, conmemorar, celebrar algo". Pero esta es una fría definición del «mataburros»...
El beso pasó de ser una necesidad alimenticia a ser una expresión casual de afecto; y posteriormente a ser "la" expresión de afecto.
Señores y Señoras... de esta manera presentamos hoy día al Beso.
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¿Qué es festejar?
¿Qué significa realmente festejar para nosotros?
Hace 50 años probablemente nuestros abuelos nos hubieran dicho: es reunirse en casa de los familiares y amigos celebrando un acontecimiento especial en un clima de respeto fraternidad y sana alegría.
Unos años después nuestros padres seguramente nos responderían: es juntarse con la familia y amigos para compartir un momento especial con música comida y mucha alegría.
Hoy día, cualquier joven diría que un buen festejo exige que sea fuera de casa (dentro es un embole); el chupi, la música al taco, buena compañía ( lindas minas o minos); y lo más importante es que haya muchas personas, cuántas más mejor es el festejo... ah, no olvidar sacar a los familiares (jajajajaja).
Y vos... ¿qué pensás? @Fragmentos salió a la calle a preguntar:
Y vos... ¿qué pensás? @Fragmentos salió a la calle a preguntar:
- Conmemorar algo con música, baile y amigos o personas que estuvieron, en aquel momento;
- La conmemoración de algunos hechos que te copó recordar... no sé algo por el estilo;
- Joda reunirse en un grupo para festejar algo;
- Divertirse comiendo muy cerca en libertad;
- Es organizar algo bueno;
- Qué sé yo ir a chupar con mis amigos
- Ir a la cama con mi novia;
- Estar con las personas que uno quiere
- Divertirse mientras estoy con mi novia
- Buscar unos tragos, una picadita, un par de mujeres después salir y hacer bolsa todo;
- Reunirse con la gente que querés en una ocasión especial y celebrar algo que pasó: comiendo, bailando, cantando, haciendo algo todos juntos...
- A lo largo de nuestra investigación nos hemos realizado algunas preguntas que nos animaron a seguir profundizando el concepto de «festejar» que nos presenta la sociedad:
- ¿Te pusiste a pensar alguna vez cuál es la onda, qué hay detrás de todo festejo?
- ¿No estaremos confundiendo alegría con desenfreno; o música con ruido?
- ¿No estaremos buscando en el alcohol (ni qué hablar en las drogas) una excusa barata para no compartir una buena charla con mis seres queridos?
- ¿No será que tenemos miedo de hallarnos con nosotros mismos y por eso buscamos el ruido del "festejo"?
Si crees que para festejar uno tiene que estar libre de problemas; no entendiste nada. Por eso te invito a sentarte y a escuchar o mejor seguir leyendo (jajajaja).
No todos los testimonios apuntaron en este sentido hubo muchos chicos/as cuyas opiniones coinciden con lo que nosotros pensamos sobre «festejar».
Se enumeran elementos como «motivo»; «reunirse»; «compartir»; «amistades»; «familia»; «comida»; «bebida»; «baile»; «música»; «casa»; «fuera de casa»; etc., que concuerdan entre los testimonios. También se darán cuenta que no se habla tanto de salir de la propia casa para tener un buen festejo; obvio que no excluye que en la de los amigos y/o familiares también se puede dar un buen festejo. Una mesa compartida con charlas risas y buena onda sin una multitud ya es un excelente festejo. El solo hecho de estar entre gente amiga, conversando, riendo y/o bailando/cantando ya es un buen festejo.
para tener un buen festejo no hace falta salirse de sí mismos y perderse en la multitud y el ruido; para tener un buen festejo debe haber interioridad, cierto vínculo entre los festejantes. Si se dan estos elementos, cuando el festejo finaliza uno se siente pleno y como que la alegría dura más tiempo; de lo contrario, todo acaba rápido y dejándonos un gusto a poco.
Podríamos asemejar el festejo una misma mina de piedras preciosas, en la cual, para alcanzar la profundidad, se necesita; personas, movimiento, explosiones, y otros elementos exteriores, pero todo esto tendrá sentido si al final se encuentra la joya buscada cuyo valor cuya riqueza será compartida por todos.
Podemos reírnos, bailar, cantar, escuchar música, comer, beber, charlar, y hacer muchas cosas en un festejo; pero... para que no haya solo un ruido estéril y el estar juntos sea sólo eso un amontonamiento de personas, debiéramos orientar el festejo hacia una experiencia de encuentro y sólo asì el festejo será fructífero y de pleno crecimiento.
¿De qué manera piensas festejar?
Rodrigo Martínez Casás & Agustín Beccar Varela
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